La frivolidad que habita en Los Pinos
José Guadalupe Robledo Guerrero.
Pensaba que lo había visto todo con respecto a la incapacidad y a la frivolidad con que se maneja Enrique Peña Nieto desde que ocupa la Presidencia de la República. Pero no, faltaba ver cómo resolvería algo que para todos los mexicanos estaba resuelto: el asunto de la “Casa Blanca”, la cual es identificada con la corrupción peñista, no de ahora sino desde que fuera gobernador del Estado de México.
Y es que el caso mencionado se suponía que estaba concluido, pues finalmente la señora Angélica Rivera, esposa de EPN, ya había salido a dar la cara asegurando ser la propietaria del ostentoso inmueble, incluso le dijo a los ciudadanos que la había adquirido con los fantásticos sueldos que devengaba en Televisa. Y aunque nadie le creyó a la primera dama del país, lo cierto es que para la ciudadanía la Casa Blanca ya estaba inventariada en la corrupción de la clase política mexicana. Ya no valía ninguna aclaración más. Era parte de la corrupción, y ya.
Sin embargo, Peña Nieto nos daría otra sorpresa más que no esperábamos. Resulta que un buen día se levantó con las ganas de pedirle perdón a los mexicanos, era justo que lo hiciera por tantos perjuicios que le han acarreado sus ventas de garage de los últimos bienes nacionales y sus constantes aumentos en la gasolina, el diesel, el gas y la electricidad. Y lo hizo. El pasado 18 de julio le pidió perdón a los mexicanos ante la indignación e irritación que causó la información que se difundió en 2014, en torno a la Casa Blanca, inmueble ubicado en Las Lomas de Chapultepec. Al Presidente se le olvidó que ese asunto ya había sido resuelto con la aclaración pública que su esposa dio.
También se le olvidó que para solucionar este asunto, había nombrado a uno de sus cortesanos, Virgilio Andrade Martínez, como Secretario de la Función Pública para que lo investigara a él, a su esposa y al Secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso sobre el posible conflicto de interés por la adquisición de casas al Grupo Higa, un contratista del gobierno. Virgilio Andrade cumplió con su encargo, y 6 meses después los exoneró a todos. Por eso insisto, el asunto estaba concluido, pero no sabemos por qué se volvió a traer el caso al escenario público. ¿Será para desviar la atención de tanta pendejada?
Lo cierto es que al Presidente Peña Nieto nada le importó el denigrante y vergonzoso papel en que dejó a su esposa y a su empleado Virgilio Andrade, quien supuestamente renunció el mismo día en que Peña Nieto le pedía perdón a los mexicanos, antes de aumentarles la gasolina, el gas, el diesel y la energía eléctrica. Esto es otra muestra más de la frivolidad que habita en Los Pinos, frivolidad que con tal de salir avante, de salvarse del repudio ciudadano, es capaz de dejar tirados en el camino a la primera dama y a un Secretario de Estado, su fiel vasallo. Pero de todo esto algo no sabíamos: que desde diciembre de 2014, Angélica Rivera había devuelto la Casa Blanca. Entonces por qué el perdón...
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